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Las ciberamenazas mundiales siguen desarrollándose a un ritmo rápido, con una cantidad cada vez mayor de filtraciones de datos cada año. En un informe de RiskBased Security, se reveló que unos alarmantes 7900 millones de registros han sido expuestos por filtraciones de datos solo en los primeros nueve meses del 2019. Esta cifra es más del doble (112 %) de la cantidad de registros expuestos en el mismo período durante el 2018.

Los servicios médicos, los minoristas y las entidades públicas fueron los que sufrieron más filtraciones, y los delincuentes maliciosos fueron los responsables de la mayoría de los incidentes. Algunos de estos sectores son más atractivos para los cibercriminales, ya que recopilan datos financieros y médicos, aunque todas las empresas que utilizan las redes pueden ser atacadas para robarles datos de clientes, hacer espionaje corporativo o lanzar ataques a sus clientes.

Dado que las dimensiones de la amenazas cibernéticas seguirán aumentando, el gasto global en soluciones de seguridad cibernética también crecerá en proporción. Gartner predice que el gasto mundial en ciberseguridad alcanzará los 188 300 millones de dólares en 2023 y sobrepasará los 260 000 millones en 2026. Los gobiernos de todo el mundo han respondido a las crecientes ciberamenazas con orientaciones para ayudar a las organizaciones a aplicar prácticas eficaces de ciberseguridad.

La inteligencia artificial (IA) es un campo de la informática dedicado a la creación de sistemas capaces de realizar tareas que requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento, la percepción, la toma de decisiones y el procesamiento del lenguaje natural. En los últimos años, la IA ha avanzado significativamente, gracias a la mejora de los algoritmos, el aumento de la potencia computacional y la disponibilidad de grandes volúmenes de datos (big data).

La integración de la IA en la nube (por ejemplo, a través de plataformas como AWS AI, Azure AI o Google Cloud AI) ha hecho que las herramientas de IA sean más accesibles y escalables para las empresas. La nube proporciona potencia de procesamiento y almacenamiento para entrenar modelos de IA masivos, mientras que los servicios de IA como los asistentes virtuales y las aplicaciones de análisis están disponibles a través de la nube.

Un problema importante con la IA es el sesgo algorítmico. Los sistemas de IA pueden replicar o incluso amplificar los sesgos presentes en los datos con los que son entrenados. Esto puede llevar a decisiones injustas en áreas críticas, como la contratación, los préstamos, la justicia penal y el crédito.

La computación en la nube (o cloud computing, en inglés) es el modelo de entrega de servicios informáticos (como almacenamiento, procesamiento, bases de datos, redes, software, entre otros) a través de Internet. En lugar de que las organizaciones o los usuarios individuales gestionen servidores o infraestructuras físicas locales, la computación en la nube permite que estos recursos sean proporcionados y gestionados de forma remota por proveedores especializados. Esto significa que las empresas y usuarios solo necesitan acceso a una conexión a Internet para utilizar poderosos recursos de procesamiento, almacenamiento y software sin tener que poseer el hardware físico.

La computación en la nube ha transformado la manera en que empresas y usuarios individuales manejan recursos de tecnología, brindando mayor flexibilidad, escalabilidad y accesibilidad. Sin embargo, también plantea desafíos en términos de seguridad y control. Al elegir un modelo y proveedor de servicios en la nube adecuado, las organizaciones pueden aprovechar estos beneficios para mejorar su eficiencia y reducir costos.